
Si bien, la muy buena victoria en el clásico ante Boca -contundente ante un equipo fantasmagórico, como lo fue el de Russo- y la primera victoria obtenidad en condición de visitante contra el Lobo platense,sirvieron para poner otra vez en órbita de campeonato al conjunto.
La entrada del juvenil Buonnanotte le dio una frescura al ataque millonario, sumado al jugoso momento de Falcao -8 goles en la temporada- y el buen nivel de Ortega, ya mejor física y mentalmente.
En la línea de medios, Belluschi, de gran recuperación anímica a mitad del certámen, le aportó varios goles y una distribución acertada del balón. Ahumada y Augusto Fernández consolidados en el 11 inicial, equilibran al conjunto en el círculo central.
Y en defensa, Ferrari y Sánchez le dan un buen andamiaje individual a la línea del fondo. Ojeda, y posteriormente Carrizo, alternaron buenos partidos con otros irregulares.
Ojo, este River es el mismo que perdió goleado con Tigre y Argentinos, y que estuvo a pocos minutos de quedar fuera de la Copa Sudamericana. Y su técnico, Daniel Passarella, odiado por muchos, hasta fue insultado en muchos pasajes del cotejo ante Botafogo en el Monumental.
Pore eso repito, seamos cautos y no magnifiquemos tanto a este River. Su campaña como local es casi óptima, con 16 puntos sobre 18 jugados -igualó con Rosario Central-; pero cada vez que salió de gira por los diferentes estadios, su juego bajó considerablemente, cosechando todas derrotas, menos con San Lorenzo (1 a 1) y la última victoria ante Gimnasia en La Plata por 2 a 0.
Si quiere terminar su mandato con un título bajo el brazo, Passarella tendrá que respaldar a sus jugadores más que nunca, y darle un sentido a su idea del fútbol que practica su equipo, ese que consiguió frente a Boca.
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