
Ayer, contra un Estudiantes totalmente diferente al que consiguió el campeonato hace un año, no fue la excepción. Con la novedad del pibe Roncaglia como marcador central y el uruguayo González por izquierda, Boca debía demostrar ante su gente que el traspié humillante con River en el Monumental, fue sólo eso. Pero no. Desde temprano, casi en el amanecer del encuentro, y con la defensa xeneize sin acomodarse, Piatti rescató una pelota en el área chica y sentenció a Caranta.
Boca no despertaba de la pesadilla River, y ya tenía que ir a buscar un partido que lo perdía desde el vestuario. Para colmo de males, Gracián, desde que llegó, nunca fue capaz de imponer su ritmo, o ponerse al hombro al equipo, Ledesma viene corriendo más sin el balón dominado que otra cosa, González por izquierda hacía lo que podía -que fue más que Dátolo y Cardozo- y los dos delanteros no pudieron ser protagonistas.
Los regates de Piatti volvían loco a Batagglia, que en más de una ocasión dejaron mal parados a ambos centrales. Convengamos que "el pincha" tampoco fue la gran cosa, porque se encontró con un gol de arranque, y de la mano de la sapiencia del "cholo" Simeone, fue sacando el partido adelante.
Se moría el primer tiempo y en el ambiente quedaba una sensación de vacío, de intranquilidad, que viene copando la mente de los hinchas desde el partido con San Lorenzo. Sumado a la eliminación temprana de la Copa Sudamericana en manos de Sao Pablo, y la derrota con River, con todo lo que eso conlleva. Difícil panorama para un plantel que viene arrastrando el desgaste físico y mental.
En la segunda mitad, otra vez Gracían es desplazado del equipo. Cuando parece que es el jugador que Russo más conoce -lo tuvo cuando dirigió a Velez- más temprano le quita la titularidad y lo sienta en el banco de suplentes. Bueno entró, y como es habitual, desplegó todo su ímpetu y su atropello. Boca era más y lo demostraba, con las subidas de Ibarra y de Morel, que morían en centros cruzados para Palermo. Y uno de esos centros, derivó en Palacio, que la bajó para que el "titán" Palermo decretara el empate. Merecido o no, empate al fin. Desahogo en la Bombonera, que rugía pidiendo más goles.
Que no llegaron, por la propia impericia xeneize, o por Andújar, o por suerte. Alvarez vió la roja por un topetazo a Bueno, y Ledesma la vió por un tackle deslizante desde atrás. Eso fue lo más imteresante que tuvo el final del partido.
Otra chance dejó escapar Boca, que de local, todavía no logra hacerse invencible, y pierde puntos en la recta final del campeonato, que lo ve cada vez a más distancia del puntero Lanús. La premisa para esta semana, que tendrá el parate por las elecciones, será ver como Russo levanta a este grupo de jugadores, que a poco más de 50 días del Mundial de Clubes, lo tiene en un pozo.
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